Hay quien piensa en el jardín como algo que se pone “después”. Una fase secundaria, algo que se hará más adelante, si queda presupuesto. Pero cuando se vive en una tierra como Cantabria, donde la vegetación es parte de la identidad del paisaje y el clima acompaña durante buena parte del año, ese planteamiento se queda corto.
El jardín, aquí, no debería ser un decorado. Tiene que ser parte del proyecto desde el principio.
Diseñar un jardín que funcione todo el año no es hacer una colección de flores ni cubrirlo todo de césped. Tiene más que ver con cómo se conecta el interior con el exterior, cómo se habita el espacio, cómo responde la vegetación al paso de las estaciones y cómo se adapta todo eso al modo de vida real. No se trata de que siempre esté verde, sino de que siempre tenga sentido.
En Cantabria, la humedad, la luz cambiante, la temperatura templada… ofrecen la oportunidad de trabajar con un exterior que no queda limitado al verano. El problema es que muchas veces se diseña como si viviéramos en otra latitud. Se instalan especies que no se adaptan, se plantean distribuciones pensadas para climas secos, o se fuerza un estilo ajeno al lugar.
Y lo que empieza con buena intención acaba siendo una zona poco usada, de mantenimiento constante, y que no acompaña al día a día de la casa.
Por eso, para mí, el jardín empieza en el plano. Desde el momento en que se piensa la vivienda. Si se hace bien, no hace falta que sea enorme ni especialmente complejo. Basta con que esté conectado con la forma en la que se va a vivir esa casa: dónde entra la luz, qué zonas se usan más, por dónde sopla el viento, en qué parte se está más a gusto a diferentes horas del día. Un porche bien orientado, una transición natural con el terreno, un rincón de sombra vivo… a menudo esos pequeños gestos definen más el jardín que las especies que lo componen.
En muchos casos, tiene más sentido combinar zonas vegetadas con otras más neutras: una parte más silvestre, otra más seca o drenante, otra más recogida para estar. No todo tiene que ser perfecto ni brillante. De hecho, los jardines que mejor envejecen son los que aceptan el paso del tiempo sin forzar demasiado el ritmo.
No se trata solo de lo estético. Un jardín bien planteado puede aportar abrigo en invierno, sombra en verano, filtrado solar, regulación del agua y hasta privacidad. También mejora la percepción térmica desde dentro de la casa. Y cuando hay piscina o zonas pavimentadas, el jardín ayuda a integrarlas, suavizar sus límites y evitar que se sientan como algo ajeno al conjunto.
En este sentido, es interesante el enfoque del Instituto Europeo de Arquitectura del Paisaje (EFLA), que promueve el diseño paisajístico integrado como parte esencial del entorno construido y no como adorno posterior.
También recursos como la guía de paisajismo sostenible de la Fundación Biodiversidad ofrecen claves útiles para climas atlánticos, con ejemplos de jardines funcionales y adaptados.
Los materiales también cuentan. No es lo mismo moverse por una gravilla clara que refleja la luz que por una piedra oscura que guarda humedad. No es igual tener un banco empotrado que una tumbona suelta. Son pequeñas decisiones que no suelen salir en los renders, pero que cambian por completo la experiencia del espacio exterior.
Si estás pensando en construir en Cantabria y quieres que tu jardín no sea algo aparte, sino parte de la vivienda desde el principio, podemos ayudarte a pensarlo con calma y coherencia.
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