No todas las personas buscan lo mismo en una casa. Para algunas, lo importante es la luz, el estilo o la ubicación. Pero para otras, lo más urgente es algo que muchas veces pasa desapercibido: poder respirar con tranquilidad.
Diseñar una vivienda para alguien con alergias respiratorias, asma o sensibilidad química no es solo una cuestión médica. Es, en realidad, una forma distinta de entender el confort. Un confort que no se mide por la estética de los acabados, sino por lo que no se ve: la calidad del aire, la ausencia de partículas irritantes, la neutralidad de los materiales.
Me ha tocado trabajar con personas que reaccionaban a los barnices convencionales, a pinturas plásticas, incluso a ciertos aislamientos. Y no es algo tan raro. Cada vez hay más gente con síntomas crónicos, dolores de cabeza frecuentes, o sensación constante de fatiga, sin saber que su casa está llena de sustancias que, aunque legales, no son del todo inocuas.
Lo que no se ve también importa
En arquitectura, tradicionalmente, se ha hablado mucho de aislamiento térmico, eficiencia energética o confort visual. Pero muy poco sobre calidad del aire interior. Y sin embargo, pasamos más del 80 % de nuestro tiempo en espacios cerrados.
En Cantabria, además, muchas viviendas están mal ventiladas por miedo a la humedad o el frío, y eso genera un cóctel perfecto para que el aire interior esté más contaminado que el exterior.
El polvo en suspensión, los ácaros, los compuestos orgánicos volátiles (COVs) que liberan pinturas y plásticos, los formaldehídos de algunos aglomerados, incluso los desinfectantes con perfumes agresivos… todo eso se acumula en los espacios si no se diseñan pensando en ello desde el principio.
Una casa pensada para cuidarte
No se trata de hacer una “casa clínica” ni de renunciar a la estética. Todo lo contrario. Se trata de diseñar con materiales que envejezcan bien y que sean verdaderamente saludables. Arcilla, cal, madera sin tratamientos sintéticos, pinturas minerales, suelos sin adhesivos industriales…
Existen soluciones modernas y sofisticadas que permiten crear ambientes neutros, limpios, sin renunciar al diseño ni al confort.
En algunos casos, incluso se trabaja con sistemas de ventilación mecánica con filtrado específico, como los filtros HEPA o de carbón activado. Y en otros, basta con aprovechar bien la orientación y diseñar ventilaciones cruzadas efectivas. Cada caso es único, como las personas.
Lo que tienen en común quienes buscan este tipo de viviendas es que no quieren simplemente una casa bonita: quieren una casa que no les haga daño.
Un aire más limpio empieza en el plano
Cuando diseñamos una vivienda para alguien con este tipo de sensibilidad, no partimos del catálogo habitual. No nos basta con decir “esto aísla bien” o “esto es lo que se usa ahora”. Empezamos por preguntarnos:
¿qué materiales van a respirar con la persona? ¿cuáles no liberan tóxicos? ¿cómo conseguimos un ambiente estable, limpio y acogedor?
Aquí, la elección de materiales es clave. Y por suerte, hoy hay más opciones que nunca:
Pinturas minerales sin emisiones, como las recomendadas por el Instituto de Baubiologie alemán
Aislamientos a base de fibras vegetales, corcho o celulosa reciclada
Maderas tratadas solo con aceites naturales
Acabados de cal, arcilla o tierra comprimida, que además regulan la humedad interior
Adhesivos sin formaldehído y sin compuestos orgánicos volátiles (COVs), como los que analiza Ecoconstrucción
Vivir mejor, respirar mejor
A menudo, los clientes más sensibles son los que terminan valorando más el proyecto. Porque notan los cambios. Porque sienten la diferencia. Y porque, en el fondo, saben que el hogar no es solo un espacio donde vivir, sino un lugar que tiene que ayudarnos a estar bien.
Y no hace falta tener alergias graves para beneficiarse de este enfoque. La mayoría de nosotros vivimos expuestos a productos sintéticos desde que nacemos. Crear espacios más limpios, más naturales, más humanos… es también una forma de reconectar con lo esencial.
Una casa que no te agreda
Para quienes no viven con estas sensibilidades, todo esto puede sonar exagerado. Pero quienes sí las padecen saben lo que es entrar en una vivienda “bonita” y sentir que el cuerpo se cierra.
A veces no lo saben explicar con palabras. Pero lo notan.
Y cuando entran en una casa que está pensada para ellas, la diferencia es inmediata. Es como quitarse un peso del pecho.
Hay quien busca vistas. Hay quien busca diseño. Y hay quien, simplemente, busca poder respirar sin miedo.
Y lo más curioso es que este tipo de viviendas, pensadas para personas sensibles, terminan siendo también más duraderas, más naturales, más estables y, muchas veces, más bellas. Porque se construyen desde otro lugar: no desde lo que “queda bien”, sino desde lo que se siente bien.
¿Estás pensando en construir una casa en Cantabria que cuide de ti, de tu cuerpo y de tu salud?
Diseñemos juntos un hogar que respire contigo. Escríbenos aquí, y empezamos a crear desde lo que más importa.